La importancia de ver el bosque, por Piero Ghezzi

La promesa del sector forestal es ser un nuevo motor generador de empleo y exportaciones. Es hora de retomar lo avanzado.

Por Piero Ghezzi, ex ministro de la Producción

El primer ministro Fernando Zavala indicó en su discurso de investidura que un objetivo del bicentenario es tener dos millones de hectáreas (ha) en plantaciones forestales con fines comerciales/industriales. Lograrlo no es realista. Implicaría plantar mensualmente lo mismo que todo lo plantado los últimos treinta años. O plantar anualmente seis veces lo que Chile, con una geografía más sencilla, hizo en sus mejores años.
Pero es importante ser ambiciosos. El potencial es tremendo. El sector tiene dos rubros. En plantaciones se siembra de 800 a 1.000 árboles por hectárea. Se los cosecha desde el año 6 hasta el 20 (dependiendo de la especie). En concesiones de bosque en el Perú, se extraen aproximadamente 4-5 m3 de madera (menos de un árbol) por hectárea cada veinte años.

Debemos aprovechar ambos. Podríamos exportar más de US$3.000 millones y generar cientos de miles de empleos en la selva (donde más falta). Tenemos diez millones de hectáreas de bosque amazónico “concesionables”. Es madera fina, lista para aprovecharse. Para plantaciones, tenemos cuatro millones de hectáreas “reforestables” en la selva. Además, la madera crece anualmente hasta 50 m3 por hectáreas/año, versus 25 en Chile (y 5 en Finlandia).
No aprovechamos este potencial. De los 7,9 millones de hectáreas concesionadas para bosques, operan menos de dos millones. Y tenemos plantaciones con fines industriales/comerciales por solo 40.000 hectáreas. Exportamos solo US$150 millones e importamos ocho veces ello.
Transformar el sector forestal requerirá que el Estado lo entienda, con políticas, gestión e infraestructura adecuadas a su realidad. Desde fines del 2014 se avanzó con la Mesa Ejecutiva Forestal. Se reglamentó la Ley Forestal, reconociendo a las plantaciones como cultivo. Entre otras cosas, se permite la extracción de plantaciones sin trámite y se reduce de un año a tres días su registro. También, Osinfor y Serfor empezaron a coordinar; se disminuyeron los trámites; se implementó el manual de auditoría quinquenal y del SIGO; también se formó el Tribunal Forestal, pendiente ocho años. Asimismo, se creó un fondo en Cofide para que bancos privados empiecen a prestar al sector a largo plazo a tasas razonables (pero no subsidiadas). Esto es transformacional, permite que los bancos empiecen a entender al sector.

SALIR DE LA PARÁLISIS
El cambio de gobierno resultó en parálisis, pero ahora que el Minagri ha decidido liderar la mesa el tiempo se puede recuperar. Los retos son claros. En plantaciones, aumentar la oferta de terrenos disponibles. Además, el Serfor debería lanzar lineamientos para concesiones para plantaciones.
Las plantaciones forestales son extraordinariamente atractivas, pero si descuidamos el bosque, generaríamos incentivos a incendios forestales, para sustituirlo con plantaciones. Para evitarlo, debe ponerse en valor al bosque, concesionándolo a operadores responsables. Es la mejor manera de protegerlo y apostar por la madera legal. La consolidación de la industria de madera legal permitiría, además, el desarrollo de productos “mixtos” como tableros encolados o pisos estructurados. Para ello, debe convocarse la construcción del CITE Forestal de Pucallpa.
En concesiones de bosque, todavía hay sobrerregulación. Debe lograrse certeza sobre la legalidad de la madera en el origen (el bosque). Ello requiere que el Osinfor haga inspecciones previas; mejor trazabilidad; mejora en oficinas regionales, involucrándolos en la certificación de guías. Asimismo, ajustar el decreto legislativo sobre tala ilegal con un enfoque integral. Además, sanear el proceso de concesiones y concursar lo que nunca se concesionó.
Los operadores de bosque también deben mejorar su productividad. Brasil extrae 20-27 m3 por hectárea versus nuestros 4-5 m3. De ellos, aprovechamos únicamente 30-50% versus 70-90% en Finlandia.

Difícil imaginar un sector con mayor brecha entre realidad y potencial. Para cerrarla se requiere más que buenas intenciones. Se requiere liderazgo desde el gobierno, alineando a las distintas instancias. En los gobiernos locales y regionales, está la mayor parte por hacer. También, un sector privado cohesionado (plantaciones y bosques; grande y pequeño) y reglas de juego continuas. Finalmente, una alianza transparente público-privada. El objetivo es claro, el camino conocido y los actores dispuestos. Le toca al gobierno liderar.

Estudio revela tendencias de la deforestación en América del Sur

Una nueva investigación utiliza datos espacial y temporalmente explícitos para comprender mejor las tendencias de la deforestación en América del Sur.

Se imagina analizando muestras de cada parcela de bosque desmontado durante un período de 15 años en un continente entero?
Esto es precisamente lo que hizo Veronique De Sy, una cientíca de la Universidad de Wageningen y del Centro para la Investigación Forestal internacional (CIFOR), para su último estudio, valiéndose de imágenes satelitales para cuanticar las causas de la deforestación en América del Sur entre los años 1990 y 2005.
“Fue muy trabajoso”, señaló De Sy. “La tarea de conrmar visualmente cada punto de deforestación me llevó alrededor de un año, pero obtuve un resultado muy bueno, así que valió la pena”.
Y también un resultado, o mejor dicho, un conjunto de resultados, muy valiosos.

El análisis manual de muestras de cada parcela de 10 km por 10 km de la supercie terrestre de América del Sur conllevó a que De Sy pudiera atribuir parcelas de deforestación a usos especícos de la tierra. Además, el empleo de datos divididos en dos períodos permitió plantear una perspectiva de cómo estos procesos habían cambiado con el tiempo.

Gracias a este enfoque, De Sy pudo construir una imagen de las causas de la deforestación espacial y temporalmente explícita, de modo que brinda detalles de utilidad para los responsables políticos y otros actores que buscan entender este período de quince años de cambios signicativos en el uso de la tierra.

Las causas de la deforestación en América del Sur

Considerando todos los factores y matices detectados por la investigación de De Sy, la principal causa de la deforestación no fue ninguna sorpresa.

“Los pastizales son la principal causa de la deforestación. Y este es un fenómeno especíco de América del Sur; en Asia y África, la agricultura de cultivos desempeña un papel mucho más importante que aquí”.
Los pastizales representaron el 71,2 % de la deforestación en América del Sur entre 1990 y 2005. En Brasil, donde se produjo la deforestación de casi dos tercios del continente, los pastizales fueron el principal factor, responsable de un enorme 81,8 %.
“Para la formulación de políticas, es muy importante contar con información porque se puede estar informado no solo de las áreas centrales, sino también de los agentes
responsables de la deforestación”.

“En la mayoría de los países sudamericanos, las grandes empresas agropecuarias son los agentes de cambio. Y aunque los pastizales fueron, sin duda, el factor dominante, la agricultura comercial también fue muy signicativa en algunos países, como Bolivia y Argentina.

“Solo en un país, Perú, la pequeña agricultura se presenta como una causa importante de desmonte de los bosques”, considera De Sy, en base a su estudio.
Si bien muchas de estas relaciones ya se conocían debido a otras investigaciones anteriores, el estudio de De Sy contribuyó a cuanticarlos y mostró cómo se modicaron entre 1990-2000 y 2000-2005.
“Entre los dos períodos comprendidos en el estudio, de hecho, observamos un aumento en la deforestación. La agricultura comercial desempeñó un papel más importante en el último período, pero aun así se mantuvo en el segundo lugar, lejos de los pastizales”.
Midiendo las pérdidas de carbono
Otro aspecto de la investigación de De Sy consistió en la asignación de un valor de carbono a cada punto de datos de la deforestación.
“No todas las zonas deforestadas liberan la misma cantidad de carbono. Distinguimos entre diferentes tipos de bosque mediante el uso de información de biomasa forestal espacialmente explícita”, explica De Sy.
Este nivel de detalle permitió que De Sy y sus colegas pudieran medir mejor las consecuencias del carbono derivadas de la deforestación según dónde se produjo.
En términos generales, el estudio determina que se liberaron unos 6460 teragramos, o 1 millón de toneladas métricas de carbono en América del Sur, entre 1990 y 2005 debido a la deforestación. Promediado a lo largo de 15 años, el desmonte de bosques en América del Sur se encuentra en el quinto lugar en la lista internacional de los principales emisores anuales de carbono.
“Sabemos que estos fueron algunos de los peores años de deforestación en América del Sur, en especial en Brasil”, armó De Sy.

Desde la perspectiva del carbono y de la aplicación de la ley, otra tendencia negativa que observó De Sy fue que la deforestación en Brasil se desplazó hacia zonas más interiores de la Amazonia entre los dos períodos. Esto signicó necesariamente que los bosques desmontados tenían mayor valor de carbono.
Sistemas de monitoreo de REDD+
Entonces, ¿cómo se pueden aprovechar estos nuevos hallazgos?
De Sy considera que sus datos son de gran valor a la luz del reciente acuerdo sobre REDD+ alcanzado durante las negociaciones de París sobre cambio climático a nes de 2015.
“Este trabajo puede, sin duda, brindar un indicador de línea base para los países que están estableciendo sus propios sistemas de monitoreo, por ejemplo: qué controladores son importantes y qué políticas podrían ser necesarias”, explicó.
“Creo que es importante que los países diseñen sus propios sistemas y sus propias formas de descubrir cuáles son las causas correspondientes. Todo tiene que concordar, y eso tiene que suceder a escala nacional“.
No obstante, el monitoreo de escala más amplia del tipo que ella y sus colegas han llevado a cabo tiene un papel valioso.
“Si bien la escala nacional es de vital importancia, sigue siendo necesario que la comunidad del cambio climático y la comunidad internacional tengan una especie de panorama independiente.
“Eso puede ayudar a identicar problemas como las fugas, por ejemplo, y ejercer presión sobre las cadenas internacionales de productos básicos en las que hay causas subyacentes de la deforestación”.
“Este trabajo puede brindar un indicador de línea base para los países que están estableciendo sus propios sistemas de monitoreo, por ejemplo: qué controladores son importantes y qué políticas podrían ser necesarias”

El camino por delante
De Sy vislumbra muchas formas posibles de aprovechar la base de este estudio.
“En la actualidad, en lo que nos estamos concentrando es en utilizar la misma metodología y ampliar el ámbito geográco a Asia y África. De esta manera, podemos tener una perspectiva pantropical sobre la deforestación y, al mismo tiempo, comprender las causas de la deforestación en un nivel más localizado”.
Según De Sy, su conjunto de datos podría combinarse con una variedad sorprendente de otros conjuntos de datos para comprender de modo más profundo las causas de la deforestación y sus consecuencias.
“Es importante tener en cuenta que solo estudié las causas directas: la actividad humana inmediatamente después de la deforestación; pero lo que también es muy importante entender son las causas subyacentes: la cercanía a las carreteras, los precios de los productos básicos y otros factores.
“Mi conjunto de datos podría utilizarse para relacionar estas causas subyacentes, lo que profundizaría la comprensión del tema”.
Asimismo, el conjunto de datos de De Sy podría combinarse con mapas de biodiversidad o mapas de biomasa, lo que revelaría las consecuencias cambiantes de la deforestación a lo largo del tiempo.
“Esto signicaría que si estos focos de deforestación se desplazan, se sabe que se están trasladando a zonas donde van a ser más o menos destructivos para los bosques, el carbono y la vida silvestre“.
Por desgracia, como los datos subyacentes de la tala de bosques no se han actualizado desde 2005, la metodología de este estudio no se puede utilizar para reejar los cambios que han tenido lugar a partir del año 2005.
“Hemos demostrado con este estudio lo que se puede hacer, pero viene acompañado de una especie de llamado a las organizaciones a que inviertan en obtener estos conjuntos de datos”, indicó.

“La singularidad de este estudio reside en su cuanticación, así como su explicitación espacial, y el hecho de que en el futuro su metodología se extenderá al ámbito pantropical. Pero esto es solo una parte de toda la historia de la deforestación”.
Para obtener más información sobre este tema, póngase en contacto con Veronique De Sy: niki.desy@wur.nl
Esta investigación forma parte del Programa de Investigación del CGIAR sobre Bosques, Árboles y Agroforestería.

«Robin Hood y los Liliputenses» por Hernando de Soto

Para averiguar si el colectivismo que quiere imponer Sendero responde a la realidad o más bien es un conjunto de mitos, el Instituto Libertad y Democracia (ILD) desarrolló una investigación en la Amazonía y la sierra peruanas. Aquí algunos hallazgos. “Mito 5: El deterioro ecológico se debe a la propiedad. Falso. La deforestación y la degradación de ecosistemas se producen, principalmente, en áreas sin propiedad. La indefinición favorece el saqueo, agotamiento de recursos y la degradación de ecosistemas. Sin control documentado de la propiedad y de empresas legales para manejar los recursos, transparentemente, es imposible identificar a los dueños de los recursos, y sancionar a quienes los depredan.” Sigue leyendo